5/12/08

EL ACOSO A LOS ANIMALES DOMÉSTICOS

El cuatro de Octubre se celebra la fiesta del primer acosador de los animales: San Francisco de Asís. El amigo Fran consideraba a todos los bichos como “hermanos y hermanas” pero no los trataba como tal: en lugar de hostiarlos por robarle la ropa o las pelis, Frankie los frotaba con sus buenos sentimientos. De tanto amor franciscano surgió una orden de señores vestidos con un saco marrón y una fecha en la que otro señor ataviado con una lona blanquipúrpura echa agua sobre seres irracionales mientras sus dueños repiten “¡Bendito seas, Dios Todopoderoso, en todas tus criaturas!”.

Actualmente, parece que toda la sociedad es franciscana. Mi abuelo trataba a sus animales con el respeto que le merecía lo que iba a sacar de ellos. A la vaca “Pinta”, la azotaba grácilmente en el lomo para que se acercase a la cuadra y la pudiese catar. A “Trosky”, mi perro fox terrier, sólo le hostió una vez que se comió a la gallina más ponedora del corral. Como cualquier ser racional, por mucho respeto que tuviese a sus criaturas, mi abuelo no las consideraba sus hermanos sino, más bien, los facilitadores de su cena.

Si Quelo, mi abuelo, levantase la cabeza sufriría a esos grandes grupos de población urbana que consideran a sus animales sus “almas gemelas”, sus “compañeros de viaje” (cómo me jode ésta), sus “amigos dómesticos” a la vez que los estrujan contra sus cuerpos al ritmo de “¡quién es mi rey!” o “currucucú” o “pipipipi, mi niño”. Este tipo de majaderos se identifican por una frase característica: “mi (perro, gato, hamster) es mejor que mucha gente”. Sí, específicamente son mejores que tú, pedazo de gilipollas. “Mi tortuga me da muchísimo amor”. A ver, mamón, la tortuga es un tipo de reptil que respira por el culo, que te puede contagiar la salmonela y, sobre todo, que no tiene memoria. Justo como tu novia, quizá por eso confundas el “amor” con que lo que hace tu tortuga: recorrer su maloliente pecera inconsciente de estar atrapada por un imbécil.

Libremos a los perros de esos vestidos para que “no cojan frío”, libremos a los gatos de esos collaritos de cascabel, libremos a las iguanas de esos terrarios con luces de prostíbulo. En definitiva, libremos a los animales domésticos de tanto dueño, de tant@ tont@ de la polla.

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