22/11/08

ALFREDO URDACI

“Lo que hay que preguntarle a Rubalcaba es, cómo es posible, que en los sótanos de Ferraz haya una máquina que lanza 1000 mensajes de teléfono al minuto”. Con esta concisión y claridad de ideas se expresaba el ex director de informativos de RTVE, Alfredo Urdaci, ante las cámaras de Telecinco que fueron a entrevistarlo para el documental que la ex cadena de televisión (actual Montepío de apandadores) preparó para explicar los acontecimientos del 11-M y el vuelco electoral consiguiente.
¿Puede alguien que se cree semejante patraña haber ocupado un puesto tan importante? Pues no. ¿Puede alguien parecer más idiota? Es posible, si lo hubiera dicho mientras chupaba un trozo de pan.

Sin duda en las propias palabras de Urdaci se encuentra la respuesta a dicho sorpasso electoral, el PP (ni sus guardianes) se habían enterado de que internet y las nuevas tecnologías nos permitían acceder a medios extranjeros en tiempo real y que, con un SMS, se podía conectar globalmente el cabreo de Essspaña. De hecho desconocían que el asunto no estaba en controlar las máquinas (aparatos mecánicos) si no en adentrarse en el siglo XXI a lomos de un, yo que sé, Pentium 100 y no gracias al empuje de una mortífera onda expansiva.

No sé quién coño dijo (Churchill ,me imagino, que parece que ha dicho todas las citas interesantes) que la valentía y el arrojo rayaban siempre con la estupidez supina. En ese caso tendríamos a Alfredo Urdaci por un mosquetero pepero de primer orden, por una especie de Clint Eastwood dispuesto a interponerse entre el cuerpo de Aznar y la bala de la verdad para evitar que al ex presidente no se le cayera de vergüenza ni un solo pelo de su melena antisistema ¿Alguien lo duda? Ejerciendo pues de héroe o de lavaperros –según de qué lado del río mires al personaje- Urdaci se ha ido alzando sobre los miembros de la especie humana de mayor inteligencia y mesura y alcanzando unas alturas sólo destinadas a los cóndores y a las azafatas de buen ver cuando su independencia de vuelo no puede ser mayor que la de una gallina clueca o, como mucho, un gallito desplumado.

Retirado el amo con condescendencia hastiada misma que muestran los dictadores depuestos a sus negocios, Urdaci se quedó solo, aguantando el palo del sombrajo y viendo que no estaban hechas las juntas de accionistas para la boca del informador tuvo que volver a lo suyo: bufonear para otro Bwana. A falta de encontrar uno Urdi busca su sitio como deprimente showman y/o analista político de baja estofa al que se le nota que siente que le han robado la tostada y que se ha quedado solo, como los de Tudela. Cuando uno ve esa carita a la que le sale la mala leche por los poros dan ganas, por caridad cristiana, de que lo atropelle una máquina excavadora para no sufra.

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