12/11/08

MIGUEL BOSÉ

En los albores del siglo XXI, la humanidad vivía tiempos de esperanza. Mucha paz, mucho Internet, mucha pasta y poco Miguel Bosé. ¿Cómo la jodimos, amigos? De golpe y porrazo, el Apocalipsis: George Bush llegó a la presidencia de EEUU, Bin Laden jugó al pinball con las Torres Gemelas y el artista conocido como Miguel Bosé presentó un disco de radiofórmulas. Las incisivas letras de “Sereno” (“Amar amar amante puedo/ De amor amado amante quiero/ Amadamente amor amado y solo amar/ Amar amar amarte...”) devolvieron el puto sonido “vocoder” de sus cuerdas vocales a nuestros oídos y el terror a nuestros corazones.

Al igual que la guerra de Irak, creímos que este regreso iba a ser fácil y rápido y que los habitantes de las canciones de Bosé nos recibirían como liberadores. Pues no, no resultó así. Primero, “Velvetina” (“chill ¡ouch!” con video impresentable al lado de Nacho Vidal) y, luego, ... “Papito”. “Papito”. “Papito”. “Redrum”. “Redrum”. “Papito” nos condujo al frenopático. Gracias a una idea original de mis cojones (versiones de sus éxitos con amigos de la calaña de Alaska o Paulina Rubio) el bueno de Miguel (¿o era Bimba?) empezó un “Fuckin’ Never Ending Tour” que, a día de hoy, mantiene sometido al pueblo español. En estos espectáculos satánicos suenan “Amante bandido”, adecuada para bodas y divorcios; “Nena” o “Sevilla”,... el perfecto listado de canciones si queremos experimentar una trepanación sin que nos abran el cráneo.

¿Y cómo reaccionó la población española? Pues nada, a bailar, que es lo suyo, digo, lo nuestro. En lugar de protestar por una invasión ilegal de un país extranjero (nuestra inteligencia), los rojigualdos y las rojigualdas continuamos nuestras existencias meneando el “cucú” con “Como un lobo” o “Morena mía”. Pero no todo está perdido. A change is gonna come. Necesitamos, demandamos, a un presidente gitano que, volando voy, volando vengo, nos haga olvidar a Bosé, a su sobrina y a la madre que los parió a los dos.

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